martes, 2 de septiembre de 2008

¿QUE ES UN NIÑO?

Se da por sentado que sabemos qué es un niño. Sin embargo cuando indagamos un poco en la historia, particularmente en lo que se ha dado en llamar historia de la vida privada, o historia de la pedagogía o historia de la familia, entramos en terreno de incertidumbres. Este modo de indagación fue fundado por Michel Foucault y permite estudiar la historia en cortes arqueológicos, siguiendo determinadas vetas, construyendo perspectivas novedosas. No podemos dejar de señalar, como lo plantea la filosofía en estos tiempos que es imposible mirar el pasado desde el pasado mismo, estamos impregnados de un insoslayable presente, es decir que la historia no está hecha y establecida, el presente propicia perspectivas del pasado que la historia no puede capturar. Freud, en referencia a la vida psíquica lo expresó mediante el concepto de a-posteriori o nachträglich, más conocido en su versión lacaniana de àpres coup.En cuanto a la niñez el francés Phillipe Ariés, el norteamericano DeMause y otros fueron desentrañando las cosmovisiones que determinaron vida y muerte de los niños en el pasado. ¿Qué era un niño en la antigüedad? Un hecho singular en Roma, la institución denominada elevatio, podrá orientarnos. El pater elevaba al infans desde el piso y lo posaba sobre sus rodillas, eso lo legitimaba, era lo que lo hacía hijo y lo inscribía en la estirpe. Era un gesto casi obligatorio cuando se trataba de un hijo de la matrix, pero de elección voluntaria del pater cuando se trataba del hijo de una de las concubinas o de una esclava. Por otra parte era muy común la adopción mediante la elevatio de hijos de otros. Los hijos no “elevados” quedaban expósitos, quiere decir abandonados, expuestos en la puerta de calle o en algún callejón donde podían ser recogidos por algún alma caritativa… o no. En la Edad Media los pequeños eran considerados frágiles criaturas comparables a animalitos. Debían convertirse prontamente en hombres después de una lactancia de varios años. A los 7 u 8 años ya estaban trabajando en el campo compartiendo la vida de los adultos o entrenándose como guerreros. La iconografía muestra a los pequeños vestidos igual que los mayores, no había vestimenta para niños, ni la sensibilidad afectiva que se observará más adelante. La vida familiar consistía en la cohabitación de por lo menos dos generaciones, no existían las pautas de intimidad que ahora son la norma. Era importante ser muchos en las cabañas o en el castillo. El infanticidio y el aborto eran moneda corriente, y la muerte de los pequeños no generaba duelo más duradero que la muerte de un animal doméstico, la progenie era extensa y otro chico ocupaba el lugar del fallecido. Por supuesto que era diferente en la realeza, en donde el pequeño podía ser el continuador, el rival, etc., de poder y de privilegios como ser dueños de feudos heredados, recuerden que hubo niños-reyes. La sociedad moderna con sus factorías y la nueva clase social, la burguesía, trae también el peso de ciertos dispositivos de poder: la escolarización y la Iglesia. Es en este momento que nace el proletariado, la prole de la clase trabajadora destinada a ser fuerza de trabajo que rinda sus frutos en plusvalía en las factorías de las metrópolis, y fuerza militar para el dominio de las colonias. Los padres marchan al trabajo por 14-16 horas diarias, los chicos quedan a cargo de las madres que según nos los dice Lacan en “La Familia” son las madres siniestras que devoran a los hijos, instaurándolos como parte de su propio ser. Es el tiempo del nacimiento de la sensibilidad y ternura hacia los hijos, son los niños que sufrirán el complejo de Edipo. Son, somos, desde aquel entonces los niños freudianos. Hay ternura hacia los niños, legislación que protege la niñez, ropa y literatura para los niños. También allí surge la adolescencia. La adolescencia es un producto del largo período de escolarización de la clase acomodada, en el proletariado no hay tiempo para la adolescencia, son horas-hombre-mercancía que no pueden desperdiciarse. Mientras tanto los pequeños burgueses se masturban y adolecen, y se retrasa el comienzo de su vida genital y reproductiva. Lo que quiero decir es que se le da importancia decisiva a la masturbación porque el poderoso ojo de los educadores lo sanciona negativamente, hay que educar la voluntad. Es decir que el niño de la modernidad es el niño construido por el sistema, y la adolescencia también. Es consecuente de un grupo social destinado a desarrollar habilidades administrativas y de mando, pero que mientras se entrenan intelectualmente no producen. En lugar de los ritos iniciáticos de las sociedades tradicionales que dan comienzo al rol social predeterminado, se establece para las clases más acomodadas una larga preparación, con las restricciones pulsionales propias de la escolarización. Los mismos operadores de la cultura o dispositivos de poder (Iglesia, Estado) que originan el “adolescimiento” controlan y castigan sus consecuencias.Hasta aquí una muy fugaz perspectiva histórico-sociológica.
Ahora quiero relatarles brevemente dos situaciones contemporáneas que llevan a la pregunta psicoanalítica: ¿qué es un niño? Orlando tiene 9 años. Abre taxis en un shopping. Lidera agresivamente un grupo de 20 chicos de hasta 15 años, incluidos sus hermanos, medio hermanos, hermanastros. Es el principal proveedor de su hogar compuesto por la madre, alcohólica a quien hace dos años se le declaró una diabetes insulino-dependiente. Con propensión al descuido, con glaucoma y peligrosas alteraciones de la presión arterial. Entre ella y una prima (no está claro el parentesco) se ocupan de la comida y la casa (un mono-ambiente de maderas y chapa en la villa). El padre –posiblemente el padre– es alcohólico con diagnóstico de esquizofrenia paranoica que fue hecho a raíz de una crisis de violencia en la que atacó a su mujer, a esta prima y a Orlando con un cuchillo hiriendo a los tres hasta que fue dominado por todos los hermanos de Orlando (problemas de sangre). Intervino la policía, vino el S.A.M.E. y fue a parar al hospital psiquiátrico. Hasta ese momento –8 años de Orlando– el padre lo castigaba severamente con cualquier pretexto. Desde el episodio de violencia mencionado es Orlando que propicia tenerlo alcoholizado (le trae un par de botellas por día) y lo golpea duramente. Este hombre y un primo que vive en la casa, también desocupado y alcohólico son hombres fornidos, y sin embargo Orlando los domina y golpea, ayudado por un hermanastro de 15 años con retraso mental (o quizás esquizofrenia) que lo obedece ciegamente y que es su guarda espalda y fuerza de choque. Viven todos en cohabitación. Él se reserva un lugar en el ángulo más protegido de la casa. Duerme con esta prima de 16 años, aunque algunas veces se acuesta junto a alguna hermana. Tiene con ellas juegos sexuales sádicos. Orlando tiene la edad de un niño de 9 años, pero ¿es un niño? Se trata de una persona de 9 años cuya niñez le ha sido robada. Ludmila ahora tiene 12 años. Desde sus 10 años vive en una institución en Washington dedicada a niños excepcionales. Sus padres son los que consultan porque les preocupa que Ludmila siga con su carácter agrio. Pensaron que en EEUU ella iba a cambiar. Siempre está enojada y triste y no se relaciona más que con su mascota, un reptil que tiene encerrado en una caja de vidrio en el cuarto de la institución. Explican que el enojo y tristeza de su hija no se debe a que está lejos de sus padres porque siempre fue así desde chiquita. Ir a la escuela de superdotados fue una decisión que tomó ella, en cierto modo contra la voluntad de la familia, pero fueron convencidos por una persona enviada por esa fundación que recluta niños prodigio. Ella no la pasaba bien en la escuela, le parecían todos tontos y se sentía sola e incomprendida por compañeros y maestros. A los 8 años hablaba 4 idiomas, ahora 5 y está estudiando japonés. Sabe muchísimo de historia, se maneja con matemática, física y química como una universitaria especializada. Pero por sobre todo es una eximia pianista, violinista y compositora. Actualmente viaja a Boston dos veces por semana a tomar clases con la más importante profesora de canto de los EEUU, una rusa con la que habla en ruso y que le ofreció darle clases con una beca que ya no le es necesaria porque grabó dos CD. con su música y canciones que se vendieron muy bien, de modo que el dinero le alcanza para pagar sus clases y para los pasajes con los que ellos van a visitarla por lo menos cada dos meses, aunque a veces viaja la mamá sola. Ludmila no quiere venir ni en vacaciones y no da explicaciones de por qué. Ninguno de sus hermanitos son prodigios, son chicos normales intelectual y afectivamente, son sobresalientes en la escuela, pero dentro de lo normal. Todo esto expresan los padres, más bien la madre. El papá está distante, no agresivamente, pero lejano, en su mundo. Acompaña a la mujer, sin oposición, ni burla, ni descontento. Está… pero no está. Cuando las preguntas son dirigidas a él, contesta con monosílabos, zafa, con lo mínimo posible; pero la mujer toma la palabra: “Él no era así tan callado, esto le pasa desde hace unos años. Justo el año que nació Ludmila, dos semanas antes del nacimiento murió la madre que él adoraba… todos la adorábamos. Era una persona brillante, había sido abogada, diplomática, escritora, cantante de ópera consagrada, concertista de piano, además era bellísima, la amaron innumerables hombres, era una mujer admirable, cuando murió, así de repente porque no era vieja, murió de un ataque cardíaco, Serguei tuvo que viajar sólo al entierro pobre, yo estaba con la panza que Ludmila ya quería salir”. ¿Adónde tuvo que viajar? “A EEUU donde ella vivía”. No me digan que se llamaba Ludmila. “Sí, se llamaba Ludmila, le pusimos ese nombre en homenaje a mi suegra, pero era el nombre que le ibamos a poner”. Entonces Ludmila quedó destinada a aliviar el duelo de Serguei, había nacido para curarlo al padre de su dolor, dedicó su existencia a sustituir a Ludmila abuela, incluso a superarla para ubicarse como objeto de amor del padre. Sin embargo por el estado anímico de Serguei no lo ha logrado y esto es lo que la mantiene triste, enojada, por eso aceptó la oferta de la reclutadora de genios, por eso no quiere volver, sería volver a desilusionarse, no ser el amor sanador del padre. Para el padre tener una hija que llevaría el nombre de su madre significaba sustituir a la madre, hacer nacer a L. era asesinar a Ludmila 1ª por eso no pudo expresarle su amor a L. y estaba en otro mundo, fiel a su madre. Ludmila tiene la edad de una niña de 11 años, pero ¿es una niña? Quizás pueda serlo más adelante, pero ya no la niña que no fue. Unas pocas reuniones después los padres informan que murió Vladimir, la mascota, y que sin embargo L. no se deprimió como temían. Esto expresa el padre. Se lo observaba más conectado y comunicativo, volvió del otro mundo. Comentan que empezaron a arreglar la casa, que se dieron cuenta que era más un museo que un hogar. Agrega que L. ahora tiene una amiga de 16 años, compañera de la escuela de canto, con la que se ve frecuentemente, van al cine, Helen le habla de sus primeros acercamientos a los chicos. L. parece estar de mejor humor. Les dijo que quería venir con su amiga a Buenos Aires las próximas vacaciones. Finalmente. Creo que lo que he intentado decir es 1) que las personas que solemos llamar niños no necesariamente lo son, 2) no existe el niño en la naturaleza, el niño es un constructo histórico-social al igual que la adolescencia, y 3) que en nuestra contemporaneidad encontramos pequeños que parecen transitar el mundo medieval o la antigüedad.

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