martes, 26 de agosto de 2008

NOTICIA DE EDUCACION 1

Silvano Andrés de la MorenaAveces da la sensación de que estos dos valores tan anhelados por las sociedades modernas, por los que se ha peleado con denuedo en los últimos dos siglos, fueran simples instrumentos para lanzar a los demás, estrategias de desgaste, palabras huecas y no objetivos y valores de carácter universal, en los que se pueden encontrar puntos de convergencia. España es un país con tendencia permanente a la huera disensión, un país escasamente cultivado, lleno de prejuicios, en el que predomina todavía el enfrentamiento premoderno, a pesar de que se nos dice que llevemos cerca de tres décadas de postmodernismo. En el fondo, y disculpen el atrevimiento, algunos se empeñan en demostrar que todavía renuncian a la Ilustración. Las discusiones sobre relativismo, objeción de conciencia o valores eternos, alcanzan escaso rigor en los medios de comunicación, aunque tengan pretensión academicista. Se pontifica mucho y se discute poco, por lo que se quedan muchas veces en meros pasquines aireados para intereses propios. Se habla desde algunas instancias del “derecho a la educación”. La verdad es que en nuestro país la educación no sólo es un derecho, sino que es una obligación, un imperativo legal. Al menos, la escolarización, aunque éste es otro tema y no precisamente menor. Quienes tanto hablan del derecho a la educación olvidan que todos lo tenemos garantizado por ley y olvidan también que ese derecho lo impone el Estado. Olvidan también que, cuando invocan ese sintagma, en el fondo lo que hacen es describir otra cosa: el “yo quiero tener el tipo de educación que yo quiero tener”. Pura tautología, que, además, la buscan no para ellos sino para terceros, que son los hijos, a los que todos, todos, queremos un montón. No unos más que otros. Suele suceder también que los invocadores de tal principio llevan a sus hijos, en una notable proporción, a centros en los que el adoctrinamiento es un hecho empíricamente comprobado, cuando los centros de enseñanza, exceptuando los privados sensu stricto, deberían ser plurales y carecer de línea ideológica definida, pues los concertados no son centros privados, sino públicos, que reciben dinero de la administración. Pero ya sabemos en qué realidad vivimos. Y sabemos también cuántas hipocresías se extienden por el mundo. Cuando ciertos aspectos de la realidad social, humana e incluso física se convierten en pura ideología, la discusión serena y racional tiende a ser un imposible, porque cada uno lanza su arenga, busca sus objetivos y cree estar en posesión de la verdad. Acaba de empezar el curso escolar y ya tenemos, una vez más, la polémica, voluntarista, artificial y artificiosa, sobre la asignatura Educación para la Ciudadanía, convertida en el blanco de todas las lanzas del Partido Popular, de la Iglesia (aunque la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal dio un giro en su reunión del jueves) y de algunas asociaciones de padres, que no llegan a diferenciar entre cumplimiento de la ley, educación de los hijos, objeción de conciencia, ética, moral, idearios y no sé cuántos conceptos más, que se usan como estropajo tanto para un barrido como para un fregado.HERALDO DE SORIA ha sido también canal de debate sobre esta asignatura en los últimos días. Resulta curioso que algunos ciudadanos, siempre pacíficos en su vida diaria, se lanzan al ruedo de una dialéctica pasional cuando surgen determinadas cuestiones que convierten en batalla ideológica so pretexto de que en ello les va el futuro de sus hijos, vidas y hacienda. Lo primero que deberíamos saber todos los ciudadanos de un estado democrático, con un Gobierno legal y legítimo y con un Parlamento que elabora leyes, reglamentos y otros tipos de normas, es que la ley, por definición, se tiene que cumplir, incluso aunque no nos guste. Se podrá recurrir, se podrá disentir, pero no se puede dejar de cumplir, a no ser que uno esté dispuesto a acabar en los tribunales. Por eso, resulta tan sorprendente como sospechoso que el PP aprobara, en la llamada a capítulos a los consejeros de educación de las comunidades autónomas que gobierna, un texto como el siguiente, del apartado 2 de su declaración: “El Partido Popular respeta y apoya tanto a los padres que hayan ejercido el derecho de la Objeción de Conciencia como a los que no, así como valora positivamente el reconocimiento del mismo por parte de algunos Tribunales Superiores de Justicia”. Por cierto, esta declaración hace un flaco servicio a la Junta de Castilla y León, que con acertado criterio se ha venido mostrando razonablemente prudente y en el justo camino del respeto a la ley. El señor consejero de Educación, Juan José Mateos, en coherencia con la postura de la Junta, no acudió a la reunión y envió a su segundo, lo que hace suponer que se sabrá mantener en la postura de impartir la asignatura con normalidad, como no puede ser de otra forma, y no aceptará la objeción de los padres, al tiempo que les informará de los riesgos que acarrea para sus hijos. La realidad es que, en Castilla y León, sobre más de 350. 000 alumnos, ha habido sólo unos 1.500 escritos de objeción, muchos de los cuales se ha sabido que estaban firmados por personas que no tienen hijos en edad escolar. Según la consejería, sólo ha habido ¡¡153!! objeciones. La Junta ha sabido optar por el camino adecuado, el de la ley y el de la gran mayoría que acepta que sus hijos cursen el currículum establecido.La gravedad está, no obstante, en que en la susodicha reunión, celebrada el pasado lunes, día 22, el primer partido de la oposición llame nada menos que a la rebelión legal, confundiendo objeción con oposición, pues aquélla se utiliza como arma contra un gobierno. ¿Acaso no saben que la Constitución Española sólo defiende la objeción frente a una mili ya desaparecida, que el Constitucional dijo en 1987 que la objeción se debe “delimitar” por ley, que la Constitución se cumple en su totalidad como corpus jurídico uno e indivisible? ¿Acaso no sabe el PP que no se puede objetar por razones religiosas ni filosóficas ni morales? ¿No lo saben también las asociaciones que se oponen? De momento, cuatro sentencias aseguran que no cabe acogerse legalmente a esa objeción, aunque bien es cierto que otras dos, procedentes de Andalucía, lo califican como “un derecho de los padres”. Ante esta diversidad, el Tribunal Supremo tendrá la penúltima palabra y no se descarta que acabe en el Constitucional. La crispación vuelve a estar servida.Las escenas vistas días atrás en la Comunidad valenciana dicen poco a favor de la forma de trabajar de una sociedad moderna y de una administración responsable. Asistir al espectáculo nada ejemplarizante de dos profesores en la misma aula donde uno habla en castellano o valenciano y el otro lo traduce al inglés con el único objetivo de que los alumnos no se enteren de nada es bochorno, aberración pedagógica, dislate didáctico y va contra la educación de los hijos. Cualquiera puede defender la desaparición de la Educación para la Ciudadanía, porque estamos en un país democrático, pero deberá hacer valer argumentos, no puro programa ideológico para combatir algo a lo que achaca de ideología. O el voto, si pretende que haya un cambio en el Parlamento español. Mientras la asignatura esté ahí, forma parte del currículum, aprobado con todas las garantías. Personalmente, puedo incluso tener mis dudas respecto de su necesidad, pero, desde luego, no por las débiles y premodernas razones que sus perseverantes oponentes alegan. Un par de apuntes sobre las opiniones de días atrás en HERALDO DE SORIA. Sorprende cómo dos de los tres artículos aparecidos cumplen más los requisitos del mitin que los de un texto sereno de reflexión analítica. La señora Rubio, en su abstrusa respuesta al profesor Jesús Martínez Velasco, elude argumentos consistentes y recurre al bélico argumentum ad hominem. Por su parte, el señor De Borja Lucena barre para su molino con sutileza retórica, pero desvía la atención de los reales objetivos de la asignatura y dogmatiza el principio liberal de libertad, que cree atacado por el gobernante. Desde la experiencia de treinta años en el aula, me sorprende que se siga sosteniendo que el Gobierno obliga a los alumnos a pasar por las horcas caudinas ideológicas a través de la EpC, una asignatura, por cierto, tan flexible que cada uno puede adaptarla a su ideario. ¿No será que, en el fondo, se dirimen otras realidades no explicitadas?

*** En Mexico la educacion como bien se sabe es una de las mejores herencias que se pueda tener, sin embargo existen algunos factores que giran en torno a este de manera negativa a lo que comunmente le llamamnos problemas de la educacion. Algunos de los mas mencionados son la permanencia escolar, desercion escolar, fracaso escolar, reprobacion, problemas economicos, problemas sociales, salud, etc. Pero como poder combatir estas dificultades solo con tecnicas que sean muy acordes pra el problema como mejorando el curriculum de acuerdo a las necesidades basicas del aprendizaje.

Pero viendo esto desde otra perspectiva el gobierno trata de darle solucion imitando las enseñanzas de otros paises por lo que en ocasiones esto no funciona como se espera por que la poblacion mexicana es distista de los demas paises y las tecnicas deben de ser diferentes. Lo mejor sera procurar introducir alternativas que vayan de acuerdo con nosotros y asi de esta manera podremos incrementar el indice de efectividad de la educacion.

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